Érase una vez, una ciudad no tan feita como la ven algunos. Un día domingo precioso para salir a caminar, visitar familiares y amigos. Eso era antes para los que no tienen movilización propia, para los que la tienen, ahora es un agrado manejar por las calles de esta ciudad no tan feita, ¡qué gusto manejar por las calles vacías de micros!. ¿A quién le da pena ver gente a la espera de una “micro” que lo lleve a alguna parte?, ¿A quién le importa?. Al parecer sólo a Dominga, ella es la única que expresa abiertamente su malestar e indignación, los otros la expresan de muchas otras formas pero la RABIA está ahí, acumulándose día a día. Lo que muestran las noticias acerca de la violencia intrafamiliar, ¿no tendrá este asunto su cuota de participación en esto? -pregúntase Dominga-.
Un familiar visita a otro, que vive en las afueras de la ciudad no tan feita y a su regreso debe armarse de paciencia. ¿Paciencia?, ¡no será demasiado llamar a esto de forma tan suavecita!, ¿2 y hasta 3 horas para regresar a su hogar por la noche?.
Con movilización propia o no, Dominga no se mueve de su hogar, el cansancio acumulado en la semana no se lo permite, debe hacer transbordos, carreras de un lado a otro, estrés que también la cansa e impotencia por el "conductor" que no detuvo su "enchulada".
Continuará…..
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